martes, 2 de febrero de 2010

Alma




Cálida y fresca, imposible
mirarte.
Aunque, en secreto...
Tus ojos le dieron a mi pecho
una obsesión.
Y me deslizo cuesta abajo por tu nombre,
Y me calcina poco a poco esa luz
mortecina, digna de angustias, temerosa y cansada
para muchos,
pero fulguras incomprensible a mis sentidos como el sol.
Alma, alma lejana...
Vivir no debo, celebrando tu causa,
las hay mejores y mi lógica se opone
fieramente, al demencial tic tac del corazón.