sábado, 4 de abril de 2009

El Maniquí


Hoy me quede encerrada con el maniquí ambulante.
Aquel de ojos sin pupila y de mirada distante.
No me explico porque todos lo ignoran
y no están sorprendidos, mas yo me aterro.
Dicen que su motilidad es producto de la maldición etíope,
como si me dijesen que dos mas dos suman cuatro.

Cada día que pasa cobra una habilidad diferente,
aunque aún asi, no deja de parecerme un autista.
Hoy trató de vestirse y al no poder lograrlo,
vació una lata de pintura contra su pecho
para que su rubor haga las veces
de improvisado vestuario.

Yo me escondo en un rincón y no deseo verlo,
su sola presencia me hiela hasta los huesos.
Cuando habrán de deshacerse que aquel monigote andante,
ojala sea pronto, ruego que no sea tarde.